La dermatitis atópica se ha convertido en una de las causas más frecuentes de visita al dermatólogo, con un aumento de su prevalencia en los últimos años. Aunque se trata de una patología benigna, puede afectar a la calidad de vida de las personas que la padecen de manera significativa.
Un diagnóstico precoz es clave para detectarla a tiempo y evitar que empeore o derive en futuras complicaciones. Para ello, resulta fundamental consultar con un especialista en dermatología, como el Dr. Adrián Diago Irache de Paracelso Sagasta, con el fin de obtener un diagnóstico preciso y aplicar un tratamiento personalizado.
¿En qué consiste la dermatitis atópica?
La dermatitis atópica es una afección no contagiosa, crónica e inflamatoria de la piel, cuyas manifestaciones más habituales son el intenso picor, la sequedad y las lesiones en forma de eccema.
Esta enfermedad suele manifestarse en las primeras etapas de la vida y puede permanecer hasta la edad adulta. Además, no mantiene un curso constante, sino que alterna periodos en los que no se presenta y otros en los que reaparece con una intensidad variable.
La dermatitis atópica es también una dolencia que suele estar asociada a otras enfermedades atópicas, como la rinoconjuntivitis y el asma bronquial, y es común que la padezcan personas que sufren alergias, aunque no siempre es así.
Causas de la dermatitis atópica
La dermatitis atópica responde tanto a factores genéticos como a ambientales y, actualmente, continúan los estudios para definir sus causas. Esta patología está asociada a alteraciones inmunitarias, así como a la presencia de patógenos como el ‘staphylococcus aureus’.
Además, los eccemas característicos de la dermatitis atópica están relacionados con determinados alérgenos y alimentos. La sudoración, el calor y algunos productos químicos también pueden provocar los brotes.
Síntomas de la dermatitis atópica
El intenso picor es el síntoma más que característico de la dermatitis atópica, que suele aumentar por la noche y que provoca que la persona que la padece tienda a rascarse, lo que a su vez puede causar escoriaciones.
La sequedad en la piel y la aparición de eccemas, con inflamación del tejido, su enrojecimiento e incluso la aparición de costras, también son signos de esta afección. En el caso de los lactantes, las áreas enrojecidas tienden a situarse en el rostro, mientras que en las personas adultas y adolescentes se localizan frecuentemente en rodillas y codos, en forma de placas.
Por último, las personas que padecen dermatitis atópica también suelen ser más susceptibles a la hora de presentar infecciones en la piel.
Tratamiento de la dermatitis atópica
Antes de aplicar ningún tratamiento, el dermatólogo deberá diagnosticar adecuadamente la afección. Para ello, evaluará los antecedentes familiares y personales del paciente, prestará atención a los síntomas y llevará a cabo un estudio integral de la piel.
Una vez fijado el diagnóstico, el especialista abordará un tratamiento para la dermatitis atópica que se fundamentará en prescribir medidas de prevención y en el uso de determinados productos en fases concretas de la enfermedad. Son las siguientes:
- Es conveniente el uso de ropa amplia de hilo o algodón y evitar tejidos como las fibras sintéticas.
- Evitar duchas y baños repetidos, usando para ellos un jabón neutro.
- No exponerse a altas temperaturas ni a una exposición solar de gran intensidad.
- No utilizar suavizantes a la hora de lavar la ropa.
- Que la piel esté siempre bien hidratada, mediante el uso de pomadas, leches corporales y otros productos similares.
- Además, y en los casos en los que se ha identificado de manera inequívoca que determinados alimentos propician la aparición de brotes, habrá que evitarlos. Algunos de los más comunes en este campo son la leche de vaca, el huevo y las harinas de trigo.
- Durante la fase aguda de la enfermedad, el médico podrá prescribir el uso de corticoesteroides.
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