La astenia primaveral es una sensación de cansancio y debilidad generalizada, tanto física como mental, que coincide con el paso del invierno a la primavera. Este estado, de carácter leve y pasajero, se asemeja al despertar de nuestro cuerpo tras meses de bajas temperaturas y escasa exposición solar.
Síntomas
Los síntomas asociados con la astenia primaveral son:
- Fatiga intelectual.
- Falta de energía.
- Alteraciones del sueño, especialmente a la hora de conciliarlo.
- Irritabilidad.
- Pérdida del apetito.
- Cefaleas.
- Problemas de concentración.
En la mayoría de las personas la sintomatología suele desaparecer al cabo de una o dos semanas.
Causas
Aunque el origen fisiológico no es del todo claro, los expertos sugieren que la astenia primaveral se debe a la interacción entre dos tipos de factores: en primer lugar, están los factores ambientales inherentes a esta estación, como el incremento de las horas de luz solar, los cambios de presión atmosférica y la subida de las temperaturas; y en segundo lugar, encontramos los factores endógenos, que ocurren dentro de nuestro organismo.
Al llegar la primavera, algunas personas experimentan cambios hormonales, que unidos a las nuevas condiciones climáticas, producen una desregulación de los ritmos biológicos. Tales alteraciones provocan la fatiga y la falta de sueño asociadas con la astenia primaveral. La activación del sistema inmunológico en esta época del año podría, además, exacerbar dichos síntomas.
En conclusión, el organismo de las personas que padecen esta condición presentan dificultades para adaptarse a las nuevas circunstancias ambientales de la primavera, más exigentes en el consumo de energía que el invierno.
Tratamiento
No existe un tratamiento específico para los síntomas de la astenia primaveral, pero se pueden minimizar sus efectos mediante la adopción de una serie de medidas:
- Mantener una dieta sana y equilibrada adaptada a las nuevas condiciones ambientales, priorizando la fruta y verdura fresca y limitando los alimentos hipercalóricos.
- Practicar ejercicio físico moderado, preferiblemente al aire libre, para acelerar el proceso de adaptación.
- Mantener las rutinas del sueño, teniendo en cuenta que la astenia primavera afecta la secreción de melatonina, la hormona reguladora del sueño.
- Reducir el consumo de sustancias nocivas, como el tabaco o el alcohol.
- Mantenerse bien hidratado ante el aumento de temperaturas.
- Controlar el estrés, ya que éste es uno de los principales enemigos de nuestro sistema inmune.
En caso de que los síntomas de astenia primaveral no desaparezcan al cabo de unos días, es importante consultar con un profesional de psicología para descartar otro tipo de trastornos. La ansiedad, melancolía, tristeza o apatía pueden no estar relacionados con el cambio de estación.
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