El tratamiento con ondas de choque se emplea en la medicina desde hace unos 40 años en el campo de la Urología. Sin embargo, el Centro Médico Paracelso Sagasta está utilizándolo de una manera innovadora aplicando las ondas sobre ciertas patologías del sistema musculo-esquelético. Una nueva técnica con la que se puede acceder a tejidos profundos y que le proporcionan al paciente una recuperación más rápida.
Este procedimiento, que se está aplicando ya en las instalaciones de Paracelso Sagasta en la capital aragonesa, es administrado por el traumatólogo Juan José Sevilla, quien asegura estar «ante un gran avance en el tratamiento local para patologías traumatológicas».
Las ondas de choque tienen una enorme capacidad para regenerar tejidos o de romper calcificaciones que se producen en el interior de los tendones. “Esto hace que sea un alivio del dolor para el paciente y posibilita una recuperación más precoz”, apunta Sevilla.
La alternativa hasta ahora para estos tratamientos era la rehabilitación en periodos más largos de tiempo, infiltraciones, y, en ocasiones, cirugía en la zona afectada. “Con estas técnicas podemos romper calcificaciones logrando una mejoría en el paciente y podemos usarlas en patologías del codo, del tobillo, de la planta del pie, incluso del hombro, que son procesos inflamatorios más complicados de tratar”, explica el doctor.
Hay que tener en cuenta que existen dos tipos de ondas de choque: radiales y focales. Las primeras se utilizan para acceder a tejidos superficiales, como el codo. Estructuras de ese tipo permiten aplicar unas ondas que no producen daño al paciente, ya que son de baja energía, “pero curan bastante bien esta patología de tipo insercional de los ligamentos y tendones”, asegura Sevilla.
Y, sin embargo, las focales acceden a profundidades mayores como, por ejemplo, un hombro, que está más cubierto de musculatura y de tejido graso. Con las radiales no se alcanzaría esta zona, y con las ondas focales se llega al tendón y se puede dar unas sesiones para bajar inflamación e intentar romper calcificaciones.
En cuanto a las sesiones necesarias para la recuperación, el doctor comenta que “cada patología exige un número de dosis distinta, y depende de la profundidad y tipo de la lesión”, aunque lo común es que oscile entre tres y cinco. Además, entre una sesión y otra se deja un espacio de unos ocho o diez días, “ya que para los tejidos es mejor aplicarlas de manera intermitente”.
Ya son varios los pacientes a los que se les está implantando este tratamiento y, tal y como concluye el doctor Sevilla, los resultados están siendo muy positivos.